11 de mayo: "Día del Himno Nacional Argentino"
Historia del Himno Nacional Argentino
El 6
de marzo de 1813 la Asamblea General Constituyente convoca a la
creación de un himno que de manera heroica resuma los ideales de la Revolución
de Mayo y simbolice el entusiasmo patriótico del pueblo.
De esta manera, los asambleístas Fray Cayetano
Rodríguez y Vicente López y Planes preparan, cada uno por su lado, un nuevo
texto. Durante la sesión del 11 de mayo de 1813, López y Planes da a conocer su
obra y obtiene la aprobación unánime de la asamblea, incluido Fray Cayetano,
quien admirado retira su propia letra. El original aprobado por la asamblea es
el siguiente:
Oíd mortales el grito sagrado
Libertad, libertad, libertad;
Oíd el ruido de rotas cadenas
Ved el trono a la noble igualdad
Se levanta en la faz de la tierra
Una nueva, gloriosa nación
Coronada su cien de laureles
Y a sus plantas rendido un león.
Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir.
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
La grandeza se anima en sus pechos;
A su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huecos revive el ardor
Lo que va renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor.
Pero muros y sierras se sienten
Retumbar con horrible fragor
Todo el país se conturba por gritos
De venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel
Su estandarte sangriento levantan
Provocando a la lid más cruel.
¿No los veis sobre México y Quito
Arrojarse con saña tenaz?
¿Y cual lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
Luto y llantos, y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
Todo pueblo que logran rendir?
A vosotros se atreve argentinos
El orgullo del vil invasor
Vuestros campos ya pisa cantando
Tantas glorias hollar vencedor
Mas los bravos, que unidos juraron
Su feliz libertad sostener
A estos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer.
El valiente argentino a las armas
Corre ardiendo con brío y valor
El clarín de la guerra, cual trueno
En los campos del sud resonó
Buenos Aires se opone a la frente
De los pueblos de la ínclita unión
Y con brazos robustos desgarran
Al ibérico altivo león.
San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán
La colonia y las mismas murallas
Del tirano en la banda oriental
Son letreros eternos que dicen:
Aquí el brazo argentino triunfó
Aquí el fiero opresor de la Patria
Su cerviz orgullosa dobló.
La victoria al guerrero argentino
Con sus alas brillantes cubrió
Y azorado a su vista el tirano
Con infamia a la fuga se dio
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos a la libertad
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno a su gran majestad.
Desde un polo hasta el otro resuena
De la fama el sonoro clarín
Y de América el nombre enseñado
Les repite, mortales oíd:
Ya su trono dignísimo abrieron
las provincias unidas del Sud
Y los libres del mundo responden:
Al gran pueblo argentino salud.
Para la música, el gobierno vuelve a
confiar en Blas Parera. Según la tradición, tuvo su estreno en la casa
de Mariquita Sánchez de Thompson, dama de la sociedad porteña de la época,
asidua anfitriona de concurridos eventos sociales y veladas musicales.
Lo cierto es que la obra alcanzó
rápidamente gran popularidad, y muy pronto quedó instalada en forma excluyente
como canción patria, siendo interpretada tanto en eventos oficiales y sociales
como también en el campo de batalla. Aunque, como es sabido, no sobrevivió al
paso del tiempo tal como se la conoció entonces.
En julio de 1893, a instancias del
Ministro del Interior Lucio Vicente López, nieto del autor de la letra del
Himno, el Poder Ejecutivo resuelve que a partir de la fecha en los eventos
oficiales se interpretaría sólo la última estrofa. Años más tarde el presidente
Julio Argentino Roca firma un nuevo decreto, ordenando que en los actos
oficiales se canten sólo los cuatro primeros versos, los cuatro últimos y el
coro. Esta versión abreviada por el
decreto de Roca es la que se canta en la actualidad.
El 2 de agosto de 1924, y muy a pesar de
la popularidad que gozaba la versión Esnaola del Himno, el presidente Marcelo
Torcuato de Alvear crea una comisión integrada por los compositores Floro M.
Ugarte, Carlos López Buchardo y José André, con el fin de preparar una versión
musical definitiva del Himno Nacional Argentino. Al cabo de dos años de
investigación, la comisión encuentra en el Museo Histórico Nacional una
partitura que se identifica como el original de Blas Parera, que hasta entonces
se consideraba perdido. El manuscrito, que habría sido donado al museo en 1916
por los descendientes de Esteban de Luca, es calificado como “fuente genuina y
completa”, y un nuevo arreglo basado en esta pieza se interpreta el 25 de mayo
de 1927 en una función de gala del Teatro Colón.
Sin embargo no es bien recibida y el 20 de julio de 1927, Alvear deja en suspenso
la nueva versión del himno y nombra otra comisión que restaura el Himno
Nacional a partir de la versión Esnaola. En un nuevo decreto, del 25 de
septiembre de 1929, el Poder Ejecutivo oficializa este trabajo como Himno
Nacional Argentino. Muchos años después, en 1990, la polémica parece
resurgir cuando Charly García enfrenta un juicio por “ofensa a los símbolos
patrios” al incluir, en su álbum Filosofía barata y zapatos de goma, una
versión del himno adaptada a la estética del rock. Pero el tiempo no ha pasado
en vano: los tribunales autorizan la difusión de este nuevo arreglo y la
polémica acaba por agotarse en el ámbito mediático.
Ocho años más tarde otro artista popular, Lito Vitale,
prepara una nueva versión del himno para teclados y sintetizadores. La misma
forma parte del disco El grito sagrado, que incluye además arreglos de otras
canciones patrias, a cargo de intérpretes argentinos de diferentes géneros como
Jairo, Sandra Miahanovich, Victor Heredia, Pedro Aznar y Juan Carlos Baglietto.
Se trata de un proyecto realizado conjuntamente con el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires y el disco es repartido gratuitamente en las escuelas. En esta
ocasión, no se genera ninguna polémica.
Fuente:
Dr. Jorge Horacio Gentile. Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad
Nacional y de la Universidad Católica de Córdoba.
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